La retirada de Suiza de las negociaciones sobre un acuerdo marco con la Unión Europea (UE) ha sido un golpe para la Federación de Empresas Suizas (economiesuisse). Desde hace 150 años, la principal organización patronal suiza defiende el libre comercio, pero siempre ha vacilado entre decantarse por los mercados europeos o por el resto del mundo.
Una vez más, economiesuisse tiembla. Tras la ruptura de las negociaciones sobre un nuevo acuerdo marco institucional con la UE, la organización paraguas teme por la estabilidad de las relaciones comerciales con la Unión Europea. “Desde la Edad Media, los grandes vecinos europeos y la discriminación de las empresas suizas han sido su principal centro de preocupación”, subraya Andrea FrancEnlace externo.
La historiadora económica acaba de publicar En dialogue avec le monde. Les entreprises suisses aux XIXe et XXe sièclesEnlace externo (En diálogo con el mundo. Las empresas suizas en los siglos XIX y XX) con motivo del 150º aniversario de economiesuisse. Desde su fundación en 1870, la federación empresarial más antigua e importante de Suiza tiene un objetivo: el acceso a los mercados de los países limítrofes y del resto del mundo gracias al libre comercio.
Bloqueo y contrabando
Para Suiza, un país sin acceso al mar, el libre comercio con sus vecinos europeos fue vital desde el principio. Las asociaciones regionales de comerciantes se convirtieron en sus principales guardianes. Desde finales de la Edad Media, la Cámara de Comercio e Industria de San Galo-Appenzell (Suiza oriental), la más antigua del país, desempeñó un papel decisivo. Sus miembros lucharon en primera línea para desafiar el Bloqueo Continental de Napoleón entre 1803 y 1813. Mientras los comerciantes contrabandeaban productos ingleses, la denominada Dieta FederalEnlace externo intentaba apaciguar a Francia.
La experiencia del Bloqueo Continental [embargo que prohibía comerciar con Gran Bretaña para ahogarla económicamente] tuvo un gran impacto en el comercio suizo. Privados de salidas comerciales, los comerciantes suizos conquistaron nuevos mercados fuera de Europa, por ejemplo, en Estados Unidos. De este modo, se convirtieron en pioneros de la globalización económica como la conocemos hoy. El proteccionismo que surgió después del Tratado de Viena –que encarnaba por ejemplo el “Zollverein” (unión aduanera) de 1834 – reforzó aún más la desconfianza de los comerciantes suizos hacia los países vecinos. “Desde hace 150 años, la prioridad es mantener abiertos los canales con el resto del mundo para depender lo menos posible de las imprevisibles potencias europeas”, explica Andrea Franc.
Empresarios globales y políticos locales
En el nuevo Estado Federal, que aún se estaba construyendo tras su fundación en 1848, las responsables de los negocios y el comercio exterior eran las cámaras de comercio cantonales. El industrial textil Peter JennyEnlace externo (1824-1879), de Glaris, era la personificación del empresario activo a nivel mundial: tenía una sucursal en Filipinas y pertenecía a la élite gobernante liberal, cuyo poder en el joven Estado Federal era ilimitado.
Hasta entonces, los intercambios comerciales entre las organizaciones de comercio cantonales y regionales habían sido escasos. En 1869, los delegados de 13 organizaciones de comercio cantonales se reunieron a iniciativa de Peter Jenny. Al principio, los suizos francófonos se mostraron escépticos respecto a una federación nacional, ya que preferían hablar directamente con los representantes del Gobierno federal.
El 12 de marzo de 1870 tuvo lugar la asamblea fundacional de la nueva Unión Suiza del Comercio y la IndustriaEnlace externo (USCI). La unión se inspiró en el modelo de la antigua Confederación: se eligió una cámara de comercio cantonal para presidirla durante dos años, el “Vorort”, término con el que se conocería a la USCI hasta mediados del siglo XX. La cámara de Berna asumió el primer mandato. A partir de 1878, el Vorort contaría con una secretaría permanente.
Nadando entre dos aguas
Después de la Primera Guerra Mundial, las exportaciones cayeron en picado, y los sindicatos y los agricultores suizos comenzaron a discutir sobre economía política. El presidente de la USCI, Hans Sulzer (1876-1959), y el director del Vorort, Heinrich HombergerEnlace externo (1896-1985), en particular, sentían la presión de participar en la economía de guerra. En plena Segunda Guerra Mundial, la USCI consiguió nadar entre dos aguas: el “ministro” Sulzer mantuvo conversaciones con los aliados en el extranjero. Homberger, apodado “el octavo consejero federal” (ministro, el Gobierno suizo tiene siete miembros), a su vez, negoció con el Eje.
Ante la creciente injerencia del Estado en la economía, un movimiento neoliberal logró echar raíces durante este período: en 1942 se fundó la Sociedad para el Desarrollo de la Economía Suiza (sdes). Este think tank y el Vorort se fueron uniendo gradualmente hasta que en el año 2000 se fusionaron para formar economiesuisse.
La fortaleza Europa
La aparición de instituciones internacionales como el FMI, el Banco Mundial y el GATT, por un lado, y el bloque europeo, por otro, agravó el eterno dilema del Vorort. «La cuestión es siempre la misma: si decantarse por el libre comercio a escala europea o a nivel mundial. Para las empresas suizas, la adhesión a una zona europea puede suponer una discriminación frente a las empresas no europeas. Incluso dentro del Vorort, la actitud respecto a los distintos acuerdos no es uniforme», dice Andrea Franc.
Como alternativa a la «fortaleza Europa», el Vorort aboga por la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), fundada en 1960. Aunque la USCI no es necesariamente partidaria del Espacio Económico Europeo (EEE), rechaza claramente la adhesión de Suiza a la entonces Comunidad Europea (CE). Bruselas, como Francia en la época del Bloqueo Continental, es «un vecino grande y poderoso del que las empresas suizas no esperan más que discriminación y ninguna indulgencia», escribe Andrea Franc.
En 1992, la USCI instó en vano a votar a favor del ingreso de Suiza en el Espacio Económico Europeo (EEE), ya que lo consideraba el mal menor. «Suiza tenía que elegir entre Europa y el mundo, como siempre había hecho», dice Andrea Franc, «y se decantó por el mundo”.
Fuente: swissinfo.ch