Vieja banca suiza para nuevos ricos

Lombard Odier, que cumple 222 años, acelera la transformación de su cartera de inversiones hacia los activos sostenibles.

En España Lombard Odier es conocido como ‘el banco de Bárcenas’. Fue en esta entidad donde el extesorero del Partido Popular desvió más de 25 millones de euros, en torno a la mitad de todo el dinero que Luis Bárcenas había ocultado en la banca suiza. “Este caso se remonta a 1999 y, como todos los actores del sector, desde entonces hemos robustecido mucho nuestro sistema de control.

Tanto las normas como la tecnología que existen hoy, comparado con 20 años atrás, hacen que sea muy difícil que casos como este se repitan”, dijo Patrick Odier, sexta generación de una de las familias fundadoras de la entidad y uno de los miembros del consejo de administración, en una charla en la sede de la entidad en Ginebra, adonde acudieron periodistas invitados por la firma a la celebración de su 222º aniversario. “Nadie en esta industria quiere hacer frente a una situación escandalosa que pueda generar un daño a la reputación. Es un tema que lamentamos mucho y hemos colaborado en todo lo que la justicia española nos ha solicitado y lo seguiremos haciendo.

En lo que respecta a la relación del banco con el caso es importante aclarar que nunca tuvimos indicios de corrupción. Lombard Odier no está bajo investigación ni en España ni en ningún otro país, y creemos que nuestra reputación está intacta en el país”, añadió.

El caso Bárcenas no es el único que ha salpicado al banco últimamente. También ha aparecido en informaciones referentes al escándalo de corrupción de Petrobras y las investigaciones en Argentina sobre supuestas transferencias de dinero negro en la etapa kirchnerista.

Al margen de esto, Patrick Odier quiso sobre todo aprovechar el evento para dar una idea de las líneas maestras del banco para sobrevivir en un sector cada vez más competitivo y tecnológico. Y los diferentes ejecutivos reforzaron tres conceptos: robustez, transparencia y sostenibildad. En lo que se refiere al primer concepto, el banco gestiona activos por un total de 234.000 millones de euros (casi el PIB de Colombia), según sus datos, En 2017, el beneficio operativo fue de 950 millones de euros y el neto de casi 127 millones.

La firma, cuyo solvencia según la consultora Fitch es AA- (una de las más altas), tiene 27 oficinas y 2.400 empleados. En cuanto a transparencia, Odier dijo que es favorable a que Suiza amplíe su relación con el mercado común europeo, lo que con ello conlleva aceptar todas las regulaciones sobre el sector financiero.

El banquero cree que es imparable la adaptación suiza a toda la regulación financiera internacional, impulsada a su vez por un mayor reclamo de transparencia por parte de la sociedad y los gobiernos. No obstante, también cree que la banca helvética debe mantenersu tradicional dis creción para con el cliente. Pero esos clientes, sobre todo muchos de los millennials ricos que son los que garantizarán la supervivencia del banco, sí quiere reglas más claras y saber en qué invierten.

Por eso Hubert Keller, jefe de la división de inversiones, aclaró que para finales de este año casi el 100% de la cartera del banco será sostenible. Esto quiere decir que si el banco invierte en una empresa energética, esta puede estar produciendo petróleo hoy pero ya tiene que tener una estrategia en marcha para eliminar los combustibles fósiles de su negocio en el futuro.

Tampoco quiere decir que el banco vaya a apostarlo todo a las firmas tecnológicas. Keller aclaró que el banco no cree que Tesla, por ejemplo, sea una buena inversión. “Es una empresa pionera y sofisticada, pero desde el punto de vista de la gestión del negocio es muy pobre y no se puede quemar dinero como lo hace esta firma”, explicó el ejecutivo.

Keller afirmó que Lombard Odier hace sus propios estudios de viabilidad de las compañías en las que invierten y gastan en tecnología tanto como haga falta para hacer esos análisis y hacer el seguimiento de las empresas.

Después de todo, el banco se define como una entidad dedicada a mantener el patrimonio de sus clentes a lo largo de las generaciones y a incrementarlo, de ser posible, sin correr demasiados riesgos.

Autor: Fernando Gualdoni
Fuente: El País

 

 

 

 

 

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El año pasado, cada residente suizo realizó una media de 2,6 viajes con pernoctación y 8 viajes de un día. Esto supuso un aumento global del 30% en comparación con 2021. El total anual (21,1 EY publicado el pasado mes de mayo constata que catorce de las 500 corporaciones mundiales que más invierten en investigación y desarrollo (I+D) son suizas. El país centroeuropeo, de 8,8 millones de habitantes, fue en 2022 el noveno con mayor representación en un ránking liderado por las empresas de Estados Unidos –con Amazon en lo más alto del podio–, aunque en volumen total invertido Suiza ocupa la quinta plaza. Con sólo cinco compañías en el top 500, España figura en decimosexta posición.

Las multinacionales farmacéuticas Roche y Novartis, con una inversión de 16.000 millones y 9.500 millones de euros, respectivamente y, a distancia, el fabricante de semiconductores ST Microelectronics (1.800 millones), el gigante de la alimentación Nestlé (1.700 millones) y el grupo de ingeniería eléctrica y automatización ABB (1.100 millones) fueron las empresas helvéticas que más recursos destinaron a I+D en 2022.

Dos de estas cinco compañías, Novartis y Nestlé, recibieron en la segunda quincena de octubre la visita de un grupo de 40 empresarios catalanes de la asociación FemCat y de altos cargos de las mayores universidades de Cataluña con el objetivo de conocer sobre el terreno las mejores prácticas de Suiza en materia de empresa, investigación e innovación.

El programa incluyó también visitas a compañías de menor tamaño, como la relojera Panerai –propiedad del grupo Richemont–, los fabricantes de maquinaria Bobst y Mikron y la tecnológica EM Microelectronic –integrada en Swatch Group–, además de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y el área de carga del EuroAirport, el aeropuerto francosuizo situado junto a Basilea. En la sede de Nestlé en Vevey, a orillas del lago Lemán, Lluís Cantarell, que fue vicepresidente mundial y máximo ejecutivo del grupo en Europa, Oriente Medio y Norte de África hasta 2016, dejó claro que la apuesta de la compañía por la innovación está íntimamente ligada a su condición de empresa suiza y puso en valor la colaboración público- privada en materia de I+D que existe en el país. La innovación se cuece a fuego lento en la multinacional de la alimentación, que, por ejemplo, lleva cinco años trabajando en el proyecto de sustituir el aluminio por el papel en las cápsulas del café Nespresso. “Si en las pruebas de calidad no llegas al 60%, no lanzas el producto”, detalla Cantarell, que preside actualmente la farmacéutica Uriach.

El sistema helvético de I+D tiene en su cúspide a los grandes centros universitarios, con la EPFL y la Escuela Politécnica Federal (ETH) de Zúrich a la cabeza , y se estructura a partir de seis parques de innovación repartidos por todo el país que colaboran estrechamente con las empresas.

De la salud a la robótica

La política de innovación de Suiza, un país que no tiene industria de automoción, gira en torno a cinco grandes ejes: salud y ciencias de la vida, ciencia computacional, energía y medio ambiente, movilidad y transporte, y manufactura avanzada y robótica.

Uno de los empresarios que visitó el país, Josep Lagares, fundador y presidente de la firma gerundense de maquinaria para la industria cárnica Metalquimia, considera que una de las claves del éxito de Suiza en el campo de la innovación es contar con “una red neuronal muy bien trabada” que permite compartir los conocimientos y que facilita la transferencia tecnológica.

En la misma línea, Manel Xifra, presidente la compañía catalana de bienes de equipo, Comexi, destaca la importancia de la “labor de interfaz entre los centros de investigación y las empresas”; mientras que David Marín, presidente de FemCat y CEO de Inacces Geotècnica Vertical, pone de relieve el “trabajo común” entre las universidades helvéticas y los centros de I+D.

El carácter estratégico que otorga el país a la innovación empresarial puede explicar por qué Suiza ha podido minimizar el impacto de las sucesivas crisis que han amenazaban su economía, como ocurrió con la irrupción del cuarzo en la industria relojera a finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo pasado y, más recientemente, con el fin del secreto bancario en el sistema financiero suizo, tras el acuerdo de intercambio de información tributaria firmado con la Unión Europea en 2015, que entró en vigor tres años después.

Este año, la caída de uno de los dos mayores bancos del país, Credit Suisse, rescatado posteriormente por el otro gran grupo financiero, UBS, ha sembrado dudas sobre la fortaleza del que era uno de los puntales de la economía helvética. La crisis de Credit Suisse, sin embargo, no parece quitarle el sueño a los responsables de las empresas suizas reunidas con FemCat y ni siquiera a directivos del propio sector bancario, más allá del recorte de plantilla derivado del proceso de integración con UBS.

Junto con el apoyo a las grandes multinacionales, Suiza tiene en su ADN la protección de las pymes, hasta el punto de que cada nueva ley o normativa en el país debe superar, antes de su aprobación, un test para evaluar su impacto en las pequeñas y medianas compañías.

El tejido empresarial se completa con las start up, que florecen arropadas por el sistema universitario y de innovación. Una de ellas, Aktia, con sede en Neuchâtel, fue fundada hace cinco años por el emprendedor catalán Josep Solà, que ha desarrollado una pulsera inteligente para medir de forma permanente la presión arterial. Solà dice que llegó a esta “tierra de acogida” en 2004 y está levantando ahora una ronda de financiación de 22 millones de euros.

Escuelas de aprendices

Entre las mejores prácticas del sistema educativo y empresarial suizo que suscitan envidia sana entre los empresarios de FemCat está la figura de las escuelas de aprendices, un fenómeno ligado al prestigio del que goza la formación profesional en el país como vía para obtener un empleo.

Las empresas cuentan con sus propias escuelas, que se convierten en una cantera para ampliar y renovar plantillas. No es extraño que un alto directivo de una compañía iniciara su trayectoria como aprendiz. Stéphane Mader, por ejemplo, entró con 16 años en la escuela de la empresa de bienes de equipo Bobst y ahora es el director de márketing y comunicación de la compañía. El modelo suizo de acceso al mercado laboral explica en gran medida que su índice de paro juvenil se sitúe por debajo del 7%.

Fuente: Expansión / Autor: José Orihuel

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