Suiza votará sobre el impuesto mínimo global

El 18 de junio, el electorado suizo votará si gravará con un impuesto mínimo los beneficios de las multinacionales. Con la votación popular se decidirá sobre temas relacionados como la justicia fiscal, el atractivo del emplazamiento económico suizo y el reparto de los ingresos adicionales.

El impulso llegó desde fuera. Los Estados del G20 y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) quieren imponer un impuesto mínimo global del 15 por ciento a las grandes multinacionales en 138 países. El objetivo es establecer la equidad fiscal en el plano internacional, aunque en un nivel relativamente bajo. El impuesto afecta a multinacionales con una cifra anual de ventas de más de 750 millones de euros.

¿Qué pretende el impuesto mínimo global de la OCDE?

Hasta ahora, las empresas multinacionales podían trasladar sus beneficios legalmente a paraísos fiscales para evitar la fiscalización de sus ingresos o para pagar una cantidad muy reducida de impuestos. Con el impuesto mínimo global, la OCDE pretende combatir la competencia fiscal internacional, que se ha agudizado en los últimos años. Algunos paraísos fiscales y muchas multinacionales se han aprovechado de esta situación. En cambio, muchos países menos flexibles y con elevados costes para el mantenimiento de las infraestructuras han perdido, incluso potencias económicas como Francia o Estados Unidos. Especialmente Estados Unidos se vio afectado por las estrategias de elusión fiscal que implementaron grandes tecnológicas estadounidenses como Apple, Amazon, Facebook o Google. Es por este motivo que el impuesto mínimo de la OCDE se llamó al principio “impuesto digital”. Pero en el fondo se trata de lo mismo.

¿Qué debe hacer Suiza ahora?

Para introducir el impuesto mínimo global de la OCDE, Suiza deberá enmendar su constitución. Una vez modificada la carta magna, la Confederación podrá intervenir la soberanía fiscal de los cantones, imponiendo una “tasa fiscal complementaria”. Esta es la razón por la que el electorado tendrá que decidir en última instancia.

¿Cómo se ha caracterizado la política fiscal suiza hasta ahora?

En 21 de los 26 cantones suizos existen tipos impositivos mucho más reducidos que los 15 puntos porcentuales exigidos por la OCDE. Mediante sus bajos impuestos, estos cantones lograron atraer a numerosas empresas multinacionales. Los únicos territorios capaces de competir con estos cantones son las clásicas jurisdicciones offshore, como la isla de Guernsey, Catar o Hungría, que también atrae a empresas extranjeras con este método. En Europa, la competidora más importante de Suiza sigue siendo Irlanda.

En el pasado, Suiza justificaba su política de bajos impuestos con el argumento de que tenía que compensar, de este modo, los elevados salarios y costos de emplazamiento para aumentar el atractivo de su plaza económica.

¿Qué consecuencias tendrá la reforma para el emplazamiento suizo?

Con la reforma, Suiza perderá, a corto plazo, una ventaja importante porque ya no podrá posicionarse con su régimen fiscal competitivo. Así lo reconoce también la ministra de Hacienda Karin Keller-Sutter, que, sin embargo, considera asumible esta desventaja: “Se reducirá la competencia fiscal internacional entre los grupos empresariales multinacionales, pero Suiza seguirá teniendo muchas bazas, como su estabilidad política, su seguridad jurídica, sus trabajadores cualificados y su entorno económico innovador y flexible”, declaró recientemente al diario NZZ.

En el ámbito internacional, Suiza seguiría siendo uno de los países más atractivos, incluso con un tipo del 15 por ciento.

¿Qué impacto tendrá el impuesto mínimo en la economía nacional?

No obstante, esta modificación constitucional tendrá un impacto en la economía suiza. Pero ¿cuál será su alcance? El Gobierno federal califica las repercusiones de “inciertas”, porque, según sus previsiones, hasta ahora no se sabe de qué manera tratarán de reactivar la competencia fiscal internacional los demás países. Nadie pone en duda que esto va a ocurrir. Tampoco se sabe cómo reaccionarán las empresas en el futuro.

En proporción a su extensión geográfica, Suiza cuenta con un elevado número de grandes empresas y multinacionales extranjeras. Según estimaciones, el nuevo arancel tributario afectaría a unas 2000 grandes corporaciones. En cambio, las cerca de 600 000 pequeñas y medianas empresas (PyME), con un volumen de negocios inferior a 750 millones de euros, no se verían afectadas por el nuevo tipo impositivo.

¿Qué dicen los partidarios de la reforma?

El Consejo Federal, el Parlamento y los cantones apoyan la reforma. El argumento principal de los defensores de la modificación es que la medida es ineludible para garantizar que al menos el sustrato fiscal se quede en el país. Porque, si Suiza decidiera no introducir la nueva normativa de la OCDE, otros países podrían aplicar la imposición, retirando como impuesto adicional la diferencia hasta el tipo del 15 por ciento. De este modo, muchos fondos recaudados irían a parar al extranjero, argumentan.

Los defensores de la reforma celebran el “gran éxito” que la política fiscal suiza ha tenido hasta ahora. Las grandes corporaciones internacionales han “financiado de manera decisiva el crecimiento continuo de las prestaciones estatales en la seguridad social y el sistema educativo”, alega Economiesuisse, la organización central de la economía helvética.

¿De qué cantidades de dinero estamos hablando?

El Departamento Federal de Hacienda calcula que la reforma generaría un sustrato fiscal adicional de entre 1000 y 2500 millones de francos anuales. El total de ingresos generados por los impuestos sobre los beneficios empresariales se sitúa en Suiza en torno a los 14 mil millones de francos.

¿Dónde va a parar el dinero?

En el fondo, todos los partidos se pusieron de acuerdo en el Parlamento sobre la manera de plantear la reforma constitucional: todos quieren cumplir los requerimientos de la OCDE. En cambio, sobre la clave de reparto de los ingresos adicionales se desencadenó un debate intenso. ¿Deberían beneficiarse aquellos cantones en los que las empresas pagan sus impuestos? ¿O debería cobrar el erario federal la mayor parte de estos ingresos para financiar así los gastos sociales?

Fuente: Swissinfo
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Los ‘secretos’ del dinamismo empresarial de Suiza

El año pasado, cada residente suizo realizó una media de 2,6 viajes con pernoctación y 8 viajes de un día. Esto supuso un aumento global del 30% en comparación con 2021. El total anual (21,1 EY publicado el pasado mes de mayo constata que catorce de las 500 corporaciones mundiales que más invierten en investigación y desarrollo (I+D) son suizas. El país centroeuropeo, de 8,8 millones de habitantes, fue en 2022 el noveno con mayor representación en un ránking liderado por las empresas de Estados Unidos –con Amazon en lo más alto del podio–, aunque en volumen total invertido Suiza ocupa la quinta plaza. Con sólo cinco compañías en el top 500, España figura en decimosexta posición.

Las multinacionales farmacéuticas Roche y Novartis, con una inversión de 16.000 millones y 9.500 millones de euros, respectivamente y, a distancia, el fabricante de semiconductores ST Microelectronics (1.800 millones), el gigante de la alimentación Nestlé (1.700 millones) y el grupo de ingeniería eléctrica y automatización ABB (1.100 millones) fueron las empresas helvéticas que más recursos destinaron a I+D en 2022.

Dos de estas cinco compañías, Novartis y Nestlé, recibieron en la segunda quincena de octubre la visita de un grupo de 40 empresarios catalanes de la asociación FemCat y de altos cargos de las mayores universidades de Cataluña con el objetivo de conocer sobre el terreno las mejores prácticas de Suiza en materia de empresa, investigación e innovación.

El programa incluyó también visitas a compañías de menor tamaño, como la relojera Panerai –propiedad del grupo Richemont–, los fabricantes de maquinaria Bobst y Mikron y la tecnológica EM Microelectronic –integrada en Swatch Group–, además de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y el área de carga del EuroAirport, el aeropuerto francosuizo situado junto a Basilea. En la sede de Nestlé en Vevey, a orillas del lago Lemán, Lluís Cantarell, que fue vicepresidente mundial y máximo ejecutivo del grupo en Europa, Oriente Medio y Norte de África hasta 2016, dejó claro que la apuesta de la compañía por la innovación está íntimamente ligada a su condición de empresa suiza y puso en valor la colaboración público- privada en materia de I+D que existe en el país. La innovación se cuece a fuego lento en la multinacional de la alimentación, que, por ejemplo, lleva cinco años trabajando en el proyecto de sustituir el aluminio por el papel en las cápsulas del café Nespresso. “Si en las pruebas de calidad no llegas al 60%, no lanzas el producto”, detalla Cantarell, que preside actualmente la farmacéutica Uriach.

El sistema helvético de I+D tiene en su cúspide a los grandes centros universitarios, con la EPFL y la Escuela Politécnica Federal (ETH) de Zúrich a la cabeza , y se estructura a partir de seis parques de innovación repartidos por todo el país que colaboran estrechamente con las empresas.

De la salud a la robótica

La política de innovación de Suiza, un país que no tiene industria de automoción, gira en torno a cinco grandes ejes: salud y ciencias de la vida, ciencia computacional, energía y medio ambiente, movilidad y transporte, y manufactura avanzada y robótica.

Uno de los empresarios que visitó el país, Josep Lagares, fundador y presidente de la firma gerundense de maquinaria para la industria cárnica Metalquimia, considera que una de las claves del éxito de Suiza en el campo de la innovación es contar con “una red neuronal muy bien trabada” que permite compartir los conocimientos y que facilita la transferencia tecnológica.

En la misma línea, Manel Xifra, presidente la compañía catalana de bienes de equipo, Comexi, destaca la importancia de la “labor de interfaz entre los centros de investigación y las empresas”; mientras que David Marín, presidente de FemCat y CEO de Inacces Geotècnica Vertical, pone de relieve el “trabajo común” entre las universidades helvéticas y los centros de I+D.

El carácter estratégico que otorga el país a la innovación empresarial puede explicar por qué Suiza ha podido minimizar el impacto de las sucesivas crisis que han amenazaban su economía, como ocurrió con la irrupción del cuarzo en la industria relojera a finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo pasado y, más recientemente, con el fin del secreto bancario en el sistema financiero suizo, tras el acuerdo de intercambio de información tributaria firmado con la Unión Europea en 2015, que entró en vigor tres años después.

Este año, la caída de uno de los dos mayores bancos del país, Credit Suisse, rescatado posteriormente por el otro gran grupo financiero, UBS, ha sembrado dudas sobre la fortaleza del que era uno de los puntales de la economía helvética. La crisis de Credit Suisse, sin embargo, no parece quitarle el sueño a los responsables de las empresas suizas reunidas con FemCat y ni siquiera a directivos del propio sector bancario, más allá del recorte de plantilla derivado del proceso de integración con UBS.

Junto con el apoyo a las grandes multinacionales, Suiza tiene en su ADN la protección de las pymes, hasta el punto de que cada nueva ley o normativa en el país debe superar, antes de su aprobación, un test para evaluar su impacto en las pequeñas y medianas compañías.

El tejido empresarial se completa con las start up, que florecen arropadas por el sistema universitario y de innovación. Una de ellas, Aktia, con sede en Neuchâtel, fue fundada hace cinco años por el emprendedor catalán Josep Solà, que ha desarrollado una pulsera inteligente para medir de forma permanente la presión arterial. Solà dice que llegó a esta “tierra de acogida” en 2004 y está levantando ahora una ronda de financiación de 22 millones de euros.

Escuelas de aprendices

Entre las mejores prácticas del sistema educativo y empresarial suizo que suscitan envidia sana entre los empresarios de FemCat está la figura de las escuelas de aprendices, un fenómeno ligado al prestigio del que goza la formación profesional en el país como vía para obtener un empleo.

Las empresas cuentan con sus propias escuelas, que se convierten en una cantera para ampliar y renovar plantillas. No es extraño que un alto directivo de una compañía iniciara su trayectoria como aprendiz. Stéphane Mader, por ejemplo, entró con 16 años en la escuela de la empresa de bienes de equipo Bobst y ahora es el director de márketing y comunicación de la compañía. El modelo suizo de acceso al mercado laboral explica en gran medida que su índice de paro juvenil se sitúe por debajo del 7%.

Fuente: Expansión / Autor: José Orihuel

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