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Suiza se reafirma como líder mundial en innovación

Suiza se reafirma como líder mundial en innovación por décimo tercer año consecutivo, seguida de cerca por Suecia y Estados Unidos, según el índice anual publicado recientemente por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI).

En este índice, Europa, seguida de Asia, ocupa la mayoría de las posiciones destacadas. Después de Estados Unidos, que descendió un puesto en 2023, en esta edición se ubican el Reino Unido, Singapur, Finlandia, Países Bajos, Alemania, Dinamarca y Corea del Sur en el ‘top ten’.

Aunque algunos intercambiaron posiciones, el grupo de los diez primeros se mantiene inalterado respecto al año anterior.

El índice, que la agencia reguladora de la propiedad intelectual de la ONU ha estado elaborando desde 2007, evalúa a 130 países utilizando 80 indicadores que abarcan desde el gasto en educación hasta la inversión en investigación y desarrollo, pasando por la puntuación en los informes educativos PISA y la creación de aplicaciones para dispositivos móviles, entre otros.

Más allá de los diez primeros clasificados, vale la pena destacar la undécima posición de Francia, que ha adelantado a China (duodécima), mientras que Japón ocupa la decimotercera posición, Italia se encuentra en el puesto 26, España en el 29, India en el 40, Brasil en el 49 y Rusia en el 51.

De los 20 mejores clasificados, 12 son economías europeas, dos son americanas (EU y Canadá) y seis son asiáticas (Singapur, Corea del Sur, China, Japón, Israel y Hong Kong).

El informe también destaca que en 2022 las empresas que más invirtieron en investigación y desarrollo gastaron una cifra récord de 1.1 billones de dólares en este concepto, aunque el crecimiento interanual fue menor que en los años previos.

Por otro lado, el valor total de las inversiones de capital riesgo, destinadas a empresas emergentes, disminuyó significativamente el año pasado, un 40%, aunque la OMPI señala que en 2021 la inversión en este tipo de empresas fue inusualmente alta.

En este contexto, el estudio anual considera inciertas las perspectivas para las inversiones de capital riesgo tanto para este año como para 2024, debido a los elevados tipos de interés que podrían seguir afectando a la financiación de la innovación.

Mientras Suiza lidera debido a su producción creativa y tecnológica, y Suecia la sigue gracias a su destacada sofisticación en los negocios y sus sólidas infraestructuras, Estados Unidos se encuentra en la cima de varios subíndices cruciales, como la inversión en I+D de sus empresas y la calidad de sus universidades.

China, el primer país en desarrollo de la lista, obtiene calificaciones bajas en lo que respecta al ámbito institucional (regulaciones, estado de derecho, entorno empresarial favorable, etc.), pero compensa con altas calificaciones en el ámbito creativo, como las exportaciones tecnológicas, las patentes y los diseños industriales.

El informe de la OMPI resalta la entrada de Brasil entre las 50 economías más innovadoras, convirtiéndose además en el país latinoamericano mejor situado, un logro que en ediciones anteriores había correspondido a Chile.

La economía brasileña destaca en subíndices como los servicios gubernamentales en línea (14º puesto a nivel mundial), la valoración de sus ’empresas unicornio’ (22º) y el liderazgo de sus marcas (13º a nivel global).

Si bien Europa lidera en la clasificación de países de la OMPI, la situación se invierte en la lista de las 100 ciudades (o conglomerados urbanos cercanos) que concentran la mayoría de los avances científicos y tecnológicos, un aspecto también destacado en el informe anual.

En esta lista, los cinco principales centros globales de innovación se encuentran en Asia: Tokio-Yokohama (Japón), Shenzhen-Hong Kong-Cantón (China), Seúl (Corea del Sur), Pekín (China) y Shanghái-Suzhou (China).

San Francisco-San José (EU), gracias a la actividad de viveros tecnológicos como Silicon Valley, ocupó el sexto lugar y fue el principal polo de atracción no asiático, mientras que la ciudad europea mejor situada en la lista fue París, en duodécima posición.

Por países, China es el que más ciudades innovadoras tiene en esta lista de 100, con casi la cuarta parte del total (24), seguida de Estados Unidos (21) y Alemania (9), mientras que Japón, India, Corea del Sur y Canadá colocaron cuatro cada uno.

Fuente: Parada Visual

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El año pasado, cada residente suizo realizó una media de 2,6 viajes con pernoctación y 8 viajes de un día. Esto supuso un aumento global del 30% en comparación con 2021. El total anual (21,1 EY publicado el pasado mes de mayo constata que catorce de las 500 corporaciones mundiales que más invierten en investigación y desarrollo (I+D) son suizas. El país centroeuropeo, de 8,8 millones de habitantes, fue en 2022 el noveno con mayor representación en un ránking liderado por las empresas de Estados Unidos –con Amazon en lo más alto del podio–, aunque en volumen total invertido Suiza ocupa la quinta plaza. Con sólo cinco compañías en el top 500, España figura en decimosexta posición.

Las multinacionales farmacéuticas Roche y Novartis, con una inversión de 16.000 millones y 9.500 millones de euros, respectivamente y, a distancia, el fabricante de semiconductores ST Microelectronics (1.800 millones), el gigante de la alimentación Nestlé (1.700 millones) y el grupo de ingeniería eléctrica y automatización ABB (1.100 millones) fueron las empresas helvéticas que más recursos destinaron a I+D en 2022.

Dos de estas cinco compañías, Novartis y Nestlé, recibieron en la segunda quincena de octubre la visita de un grupo de 40 empresarios catalanes de la asociación FemCat y de altos cargos de las mayores universidades de Cataluña con el objetivo de conocer sobre el terreno las mejores prácticas de Suiza en materia de empresa, investigación e innovación.

El programa incluyó también visitas a compañías de menor tamaño, como la relojera Panerai –propiedad del grupo Richemont–, los fabricantes de maquinaria Bobst y Mikron y la tecnológica EM Microelectronic –integrada en Swatch Group–, además de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y el área de carga del EuroAirport, el aeropuerto francosuizo situado junto a Basilea. En la sede de Nestlé en Vevey, a orillas del lago Lemán, Lluís Cantarell, que fue vicepresidente mundial y máximo ejecutivo del grupo en Europa, Oriente Medio y Norte de África hasta 2016, dejó claro que la apuesta de la compañía por la innovación está íntimamente ligada a su condición de empresa suiza y puso en valor la colaboración público- privada en materia de I+D que existe en el país. La innovación se cuece a fuego lento en la multinacional de la alimentación, que, por ejemplo, lleva cinco años trabajando en el proyecto de sustituir el aluminio por el papel en las cápsulas del café Nespresso. “Si en las pruebas de calidad no llegas al 60%, no lanzas el producto”, detalla Cantarell, que preside actualmente la farmacéutica Uriach.

El sistema helvético de I+D tiene en su cúspide a los grandes centros universitarios, con la EPFL y la Escuela Politécnica Federal (ETH) de Zúrich a la cabeza , y se estructura a partir de seis parques de innovación repartidos por todo el país que colaboran estrechamente con las empresas.

De la salud a la robótica

La política de innovación de Suiza, un país que no tiene industria de automoción, gira en torno a cinco grandes ejes: salud y ciencias de la vida, ciencia computacional, energía y medio ambiente, movilidad y transporte, y manufactura avanzada y robótica.

Uno de los empresarios que visitó el país, Josep Lagares, fundador y presidente de la firma gerundense de maquinaria para la industria cárnica Metalquimia, considera que una de las claves del éxito de Suiza en el campo de la innovación es contar con “una red neuronal muy bien trabada” que permite compartir los conocimientos y que facilita la transferencia tecnológica.

En la misma línea, Manel Xifra, presidente la compañía catalana de bienes de equipo, Comexi, destaca la importancia de la “labor de interfaz entre los centros de investigación y las empresas”; mientras que David Marín, presidente de FemCat y CEO de Inacces Geotècnica Vertical, pone de relieve el “trabajo común” entre las universidades helvéticas y los centros de I+D.

El carácter estratégico que otorga el país a la innovación empresarial puede explicar por qué Suiza ha podido minimizar el impacto de las sucesivas crisis que han amenazaban su economía, como ocurrió con la irrupción del cuarzo en la industria relojera a finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo pasado y, más recientemente, con el fin del secreto bancario en el sistema financiero suizo, tras el acuerdo de intercambio de información tributaria firmado con la Unión Europea en 2015, que entró en vigor tres años después.

Este año, la caída de uno de los dos mayores bancos del país, Credit Suisse, rescatado posteriormente por el otro gran grupo financiero, UBS, ha sembrado dudas sobre la fortaleza del que era uno de los puntales de la economía helvética. La crisis de Credit Suisse, sin embargo, no parece quitarle el sueño a los responsables de las empresas suizas reunidas con FemCat y ni siquiera a directivos del propio sector bancario, más allá del recorte de plantilla derivado del proceso de integración con UBS.

Junto con el apoyo a las grandes multinacionales, Suiza tiene en su ADN la protección de las pymes, hasta el punto de que cada nueva ley o normativa en el país debe superar, antes de su aprobación, un test para evaluar su impacto en las pequeñas y medianas compañías.

El tejido empresarial se completa con las start up, que florecen arropadas por el sistema universitario y de innovación. Una de ellas, Aktia, con sede en Neuchâtel, fue fundada hace cinco años por el emprendedor catalán Josep Solà, que ha desarrollado una pulsera inteligente para medir de forma permanente la presión arterial. Solà dice que llegó a esta “tierra de acogida” en 2004 y está levantando ahora una ronda de financiación de 22 millones de euros.

Escuelas de aprendices

Entre las mejores prácticas del sistema educativo y empresarial suizo que suscitan envidia sana entre los empresarios de FemCat está la figura de las escuelas de aprendices, un fenómeno ligado al prestigio del que goza la formación profesional en el país como vía para obtener un empleo.

Las empresas cuentan con sus propias escuelas, que se convierten en una cantera para ampliar y renovar plantillas. No es extraño que un alto directivo de una compañía iniciara su trayectoria como aprendiz. Stéphane Mader, por ejemplo, entró con 16 años en la escuela de la empresa de bienes de equipo Bobst y ahora es el director de márketing y comunicación de la compañía. El modelo suizo de acceso al mercado laboral explica en gran medida que su índice de paro juvenil se sitúe por debajo del 7%.

Fuente: Expansión / Autor: José Orihuel

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