Los extranjeros representan alrededor de una cuarta parte de la población suiza, uno de los niveles más altos entre los países occidentales. Los residentes no suizos pueden votar en la mayoría de las regiones francófonas de Suiza a nivel municipal y, en algunos casos, a escala cantonal. Pero a pesar de tener derecho a voto desde hace varios años, la participación política de los extranjeros sigue siendo muy baja
En 2020, alrededor del 40% de los votantes suizos acudieron a las urnas en las elecciones de Ginebra, frente al 23% de los no suizos. Entre los residentes españoles y portugueses la participación fue aún más baja: 17% y 13%, respectivamente.
En Neuchâtel, la participación electoral de los suizos alcanzó una media del 42% en el periodo 2003-2020, frente al 18% de los no suizos. No hay estadísticas por comunidades extranjeras individuales en Neuchâtel, pero la evaluación general es similar a la de Ginebra.
Un estudio titulado «Sólo somos inquilinos», publicado recientemente por la Universidad de Neuchâtel, examina detenidamente las razones por las que los residentes españoles y portugueses en ambas localidades -dos de las comunidades no suizas con menor participación- no hacen uso de su derecho al voto. El estudio se basa en docenas de entrevistas individuales y en grupos de discusión con un centenar de personas que viven en Suiza desde hace al menos ocho años y no tienen la nacionalidad suiza.
«Tienen un débil sentimiento de apego a Suiza», concluye Philippe Wanner, profesor del Instituto de Demografía y Socioeconomía de la Universidad de Ginebra. «Las comunidades ibéricas aseguran que no se sientan bien aceptadas por la población autóctona».
Su colega Rosita Fibbi, investigadora de la Universidad de Neuchâtel, está de acuerdo. «Las personas entrevistadas no sienten Suiza como su propio hogar porque consideran que su situación es inestable. Sus contratos de alquiler y de trabajo pueden rescindirse en cualquier momento y son objeto de actitudes discriminatorias.
Esta decepción les lleva a plantearse el regreso a España o Portugal cuando alcancen la edad de jubilación», declaró al diario Le Temps. A estos sentimientos se añade además un fuerte apego a su país de origen.
No obstante, las actitudes varían con el tiempo y dependen de la situación socioeconómica de las personas. Entre la primera generación de españoles y portugueses que se instaló en Suiza la participación electoral es mayor entre quienes ya tenían experiencia política, procedían de un entorno urbano o tenían un buen nivel educativo, según los investigadores.
Entre sus descendientes, la participación electoral es más limitada. Los inmigrantes recientes, sin embargo, tienden a mostrar un mayor interés por votar. También tienen un nivel medio de educación más alto que las personas que inmigraron en el siglo pasado. La participación es menor entre quienes trabajan en organizaciones internacionales o multinacionales, que tienen relativamente poco contacto con la población local.
Votar no sirve para nada
Pero, en general, las primeras generaciones de inmigrantes llegaron a Suiza con la idea de que «votar no sirve para nada», afirma Fibbi.
La transición a la democracia en Portugal y España en los años 70 y 80 no supuso cambios fundamentales en sus vidas. «Ese sentimiento de impotencia persiste aquí», afirma el investigador de Neuchâtel. «Si a nivel colectivo no evoluciona nada, entonces lo único que se puede hacer es trabajar duro para mejorar la propia condición individual».
Y esas actitudes se han transmitido a la siguiente generación. Sus hijos votan tan poco como sus padres, señalan los investigadores. «En España y Portugal se vota a figuras políticas, aquí se debate más sobre temas», afirma Fibbi, y añade que la política suiza se considera complicada.
El estudio propone formas de aumentar la participación de estas comunidades en la sociedad, y especialmente en la vida política. Sus recomendaciones incluyen mejorar el reconocimiento público de las comunidades portuguesas y españolas en la sociedad, promover experimentos no convencionales de participación política, sobre todo a través de asambleas de ciudadanos, y proporcionar mejor información sobre cuestiones electorales. También se plantea ampliar los derechos electorales de los extranjeros.
Grégory Jaquet, delegado de Extranjería del cantón de Neuchâtel, admitió que los resultados del estudio eran graves y mostraban un «espejo cruel», y afirmó que la narrativa migratoria debe pasar de hablar de «ellos» a «nosotros». También se mostró partidario de que se amplíen los derechos electorales de los extranjeros.
¿Dónde se puede votar a nivel local en Suiza?
A nivel nacional, sólo los ciudadanos suizos mayores de 18 años pueden votar y presentarse a las elecciones. Sin embargo, en algunos cantones y municipios -sobre todo en la Suiza francesa- los extranjeros tienen ciertos derechos políticos.
Concretamente, dos cantones -Neucastel y Jura- permiten a los extranjeros votar en las elecciones y comicios cantonales, bajo ciertas condiciones. En Neuchâtel, deben tener un permiso de residencia permanente y llevar al menos cinco años viviendo en el cantón; en Jura, deben llevar al menos diez años viviendo en Suiza y al menos un año en el cantón.
A nivel local, la Suiza francófona es de nuevo más abierta: los extranjeros tienen derecho a votar en las elecciones municipales y en los comicios de Neuchâtel, Jura, Vaud, Friburgo y Ginebra. Las condiciones varían de un cantón a otro, pero en la mayoría de los casos se exige un cierto tiempo de residencia o un permiso de residencia permanente.
En la parte germanófona del país, sólo los cantones de Basilea Ciudad, Grisones y Appenzell Rodas Exteriores autorizan a sus municipios a permitir que los residentes extranjeros participen en las votaciones y elecciones locales. Sin embargo, sólo algunos de estos municipios han introducido esta posibilidad. En mayo de 2023, el Parlamento de Zúrich rechazó por escaso margen una propuesta de las autoridades municipales para conceder el derecho de voto local a los titulares de pasaportes no suizos en el cantón más poblado de Suiza.
En total, los extranjeros pueden participar políticamente en aproximadamente una cuarta parte de los 2.100 municipios de Suiza.
Sus defensores argumentan que conceder el derecho de voto a los extranjeros hace que la sociedad sea más democrática e inclusiva.
Quienes están en contra afirman que los extranjeros deberían obtener el derecho de voto y presentarse a las elecciones a todos los niveles a través del proceso de naturalización, como ocurre actualmente. En junio de 2022, el Parlamento rechazó un intento de conceder a los residentes extranjeros pleno derecho de voto a nivel nacional.