La creación de un impuesto de sociedades mínimo para todo el planeta, que se debate actualmente en la OCDE y el G20, podría mermar el atractivo de Suiza para las multinacionales.
Estados Unidos considera que ningún país debería gravar a las empresas con una tasa impositiva inferior al 21%. Esta propuesta ha dado un nuevo impulso al debate sobre la necesidad de un tipo mínimo del impuesto de sociedades para todo el planeta. En los cantones suizos, actualmente la tasa media para las grandes empresas ronda el 15%, según KPMG.
«Me imagino que un tipo impositivo del 21% disuadiría la entrada de inversiones extranjeras en Suiza”, declara a SWI swissinfo.ch el experto en impuestos de la federación de empresas suizas Economiesuisse, Frank Marty. “Suiza es una nación pequeña, con pocos recursos naturales y sin acceso al mar. Por lo tanto, los países más pequeños deberían tener derecho a utilizar los activos de los que disponen – y los impuestos son fundamentales”, añade.
La idea de establecer un impuesto de sociedades mínimo a nivel mundial existe desde hace años, pero recientemente ha ganado atención en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el G20, el grupo de las principales economías mundiales.
Las conversaciones dentro del G20 y la OCDE proponen medidas para que las empresas paguen impuestos donde realizan sus ventas y no solo en los países donde tienen sede. Es difícil evaluar el posible impacto de tales medidas, porque muchos detalles aún no se han concretado. Pero está claro que Suiza podría perder ingresos fiscales de empresas como Nestlé o Roche, que generan la mayor parte de sus ventas y beneficios en el extranjero.
Marty estima viable que el G20 y la OCDE lleguen a un acuerdo sobre un tipo impositivo mínimo de aquí a finales de año. E insta a Suiza a luchar para que esta tasa mínima no supere el 15%.
Suiza ha solicitado hasta ahora “soluciones simples, claras y moderadas”. El ministro de Finanzas Ueli Maurer se ha manifestado dispuesto a discutir las reformas, a pesar de que hace dos años advirtió que la propuesta de la OCDE podría costar a la economía suiza más de 5 000 millones de francos (5 500 millones de dólares).
La realidad es que, de lograrse un consenso mundial sobre cómo gravar a las empresas, Suiza no tendría más remedio que acatar las nuevas reglas. «Hasta ahora, ninguna economía importante se ha pronunciado en contra de un tipo mínimo del impuesto de sociedades», dice Peter Uebelhart de KPMG Suiza. El tipo mínimo propuesto gravaría los beneficios de las empresas en el extranjero.
Pero si un Estado grava esos beneficios a un tipo inferior al umbral acordado, el gobierno del país de origen de la empresa podría recaudar la diferencia hasta alcanzar el tipo mínimo del impuesto de sociedades, lo que eliminaría las posibles ventajas de los paraísos fiscales.
Por ello, la consultora fiscal KPMG recomienda a Suiza gastar más en mejorar la infraestructura de sus empresas, porque es la única forma razonable de seguir siendo un país atractivo para las multinacionales.
Suiza comienza a perder ventajas
A finales de 2019, unas 8 765 empresas extranjeras tenían sede en Suiza y generaban más de medio millón de puestos de trabajo. Estos grupos extranjeros facturaron dos veces más que las multinacionales suizas.
Ya hay indicios de que Suiza está perdiendo ventajas en la carrera para atraer a multinacionales. En 2019, la consultora McKinsey advirtió que otros países están arreciando el paso. En los últimos años, Suiza se ha visto obligada a reformar la fiscalidad de las empresas, que favorecía a los grandes grupos extranjeros, y ha votado a favor de restringir la entrada de trabajadores de la Unión Europea.
El alto nivel de vida, la neutralidad y la red de universidades de Suiza son un imán para las empresas y los trabajadores extranjeros. Pero las tensas relaciones con la UE amenazan con restringir el acceso de las empresas suizas al mercado único europeo.
Suiza “ya es un país caro”
Un aumento obligatorio del impuesto de sociedades reduciría la posibilidad de compensar los elevados costos de la mano de obra y los alquileres comerciales con una imposición baja. “Ya somos un país caro”, dice Martin Naville, director general de la Cámara de Comercio Suizo-Estadounidense. “Y añadir impuestos elevados no sería positivo para Suiza. Aun así, no espero un éxodo de las empresas que están ya establecidas aquí, pero sí menos llegadas nuevas”.
La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, lidera la campaña para aumentar los tipos impositivos. “Estados Unidos será competitivo gracias a su capacidad para producir mano de obra talentosa, investigación e infraestructura de vanguardia, sin ofrecer un impuesto de sociedades más bajo que Bermudas o Suiza”, ha declarado en un reciente editorial del Wall Street Journal. «La competencia fiscal destructiva solo terminará cuando un número significativo de economías importantes dejen de subestimarse y acepten un impuesto mínimo a nivel mundial”.
Para Martin Naville, Yellen «no ha hecho los deberes”. Suiza ya no emplea trucos fiscales para reducir las tasas impositivas de forma artificial, dice.
A su juicio, la motivación de Estados Unidos para reformar el impuesto de sociedades se debe a los billones de dólares que ha tenido que gastar para revitalizar una economía devastada por la pandemia. Y necesita ingresos fiscales adicionales para para reembolsarlos. Si Estados Unidos comienza a gravar más a las empresas, “tiene que lograr que todos los demás también aumenten sus impuestos, de lo contrario, las empresas estadounidenses estarán en desventaja”.
Un argumento que no es del agrado de Public Eye, oenegé suiza que hace campaña contra las multinacionales y los países poderosos que les arrebatan impuestos a los Estados más pequeños.
«Es muy alentador que las discusiones sobre un impuesto de sociedades mínimo estén ganando velocidad», dice el portavoz de Public Eye Andreas Missbach.
“Es muy posible que Suiza pague ahora el precio de una estrategia diseñada para atraer a las empresas con privilegios fiscales. Suiza debería haber sabido que la práctica de ‘saqueo’ de ingresos de otros países no podía ser eterna”.
Fuente: Swissinfo