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El CEO de Julius Baer cree que Suiza no debe poner en peligro su estatus de banquero de los superricos

Publicado el 14 de abril de 2023

Philipp Rickenbacher afirma que la crisis de confianza en la banca mundial dista mucho de haber terminado.

El primer ejecutivo de uno de los mayores bancos del país ha advertido de que el estatus de Suiza como banquero de los ricos podría cambiar mientras el país intenta recuperarse tras la quiebra de Credit Suisse.

En declaraciones a Financial Times, Philipp Rickenbacher, consejero delegado de Julius Baer, aseguró que el Gobierno suizo y los reguladores deben mejorar la comunicación con los inversores internacionales y advirtió de que la crisis de confianza en la banca mundial está lejos de haber terminado.

«Las cosas seguirán siendo muy complicadas: todo lo que pasaba hace un mes va a seguir estando ahí», reconoció Rickenbacher, señalando los ajustes en materia de política monetaria de los bancos centrales y la tensión a la que se estaba sometiendo al sistema financiero. «Todavía hay margen para cometer errores de política en los niveles más altos en lo que respecta a los tipos de interés. Todo el mundo se mantiene alerta en estos momentos».

Suiza, que siempre se ha caracterizado por la estabilidad de sus bancos, se ha encontrado en primera línea de la actual crisis.

Hace dos semanas, las autoridades suizas se vieron obligadas a orquestar la compra de emergencia de Credit Suisse por su rival más grande, UBS para evitar un colapso bancario, una operación que conmocionó al entorno bancario.

Como resultado de la fusión, Julius Baer, que gestiona activos por valor de unos 424.000 millones de francos suizos (462.000 millones de dólares) para grandes fortunas, está a punto de convertirse en el segundo mayor banco de Suiza.

Rickenbacher afirmó que el mercado financiero suizo es un «ecosistema excepcional», pero que se está poniendo a prueba. «Es obvio que el hecho de que los bancos suizos aparezcan en la prensa internacional aumenta esta presión, y nosotros, como banqueros suizos, tenemos que responder»., añadió

En su opinión, en Suiza se está produciendo una «apuesta de clientes por la calidad», ya que los titulares de cuentas adineradas se alejan de UBS y Credit Suisse -cuyos modelos de negocio también implican actividades de banca de inversión más arriesgadas- y se decantan por los bancos suizos tradicionales, más conservadores.

Julius Baer, con 133 años de historia, es el mayor banco privado «puro» de Suiza, ya que sólo atiende las necesidades de cuentas e inversiones de particulares adinerados y no especula con su propio capital ni gestiona sus propios activos.

Aun así, el banco no ha estado exento de polémica en el pasado. El regulador del mercado suizo, Finma, censuró al banco en 2020, imponiéndole un estricto régimen de supervisión, al descubrir que no había cumplido las normas contra el blanqueo de capitales durante casi una década. El banco también ha pagado multas millonarias a las autoridades estadounidenses en los últimos 15 años.

Los mercados de valores creen que se podría beneficiar del matrimonio concertado entre UBS y Credit Suisse: de hecho, el precio de sus acciones ha subido más de un 12,3% desde la operación, aunque sólo ha registrado un repunte del 11,7% en lo que va de año.

Una de las cosas que más preocupan a la dirección de UBS es cómo evitar que el personal que se marcha se lleve consigo a clientes lucrativos. Muchos titulares de cuentas con grandes patrimonios ya están preocupados por la adquisición de su rival más liberal por parte de UBS, según han manifestado asesores patrimoniales y analistas bancarios. El banco resultante de la fusión gestionará activos por valor de más de 5 billones de dólares.

«Una integración de tal magnitud en Suiza va a requerir muchos recursos y tiene una enorme complejidad», afirmó Rickenbacher, que también elogió la calidad de los negocios y el liderazgo de sus rivales.

En su opinión, el acuerdo de rescate ha suscitado dudas sobre el riesgo moral, lo que exige una revisión de las normas reguladoras globales establecidas tras la crisis financiera de 2008.

«Las normas de ‘demasiado grande para caer’ se diseñaron para resolver un problema… y en este caso no pudieron resolverlo», afirmó. «Mi instinto me dice que debería permitirse caer a una institución privada, y ese es un buen punto de partida».

Julius Baer era muy consciente de sus riesgos y gestionaba su balance con extrema cautela, afirmó. «Humildemente diría que no somos demasiado grandes para caer».

Fuente: Expansión