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Suiza, Suecia y China aceleran sus divisas digitales en medio del colapso de las criptomonedas

Publicado el 12 de diciembre de 2022

El banco central suizo detecta riesgos latentes en los sistemas de pagos por el descenso de billetes y monedas en circulación, mientras las autoridades monetarias chinas ven en el e-yuan ventajas para disputar la hegemonía al dólar.

El Banco Nacional de Suiza (SNB) ha vuelto a reactivar el debate sobre las monedas digitales con sello de oficialidad, regulación y supervisión, las llamadas CBDC (o Central Bank Digital Currency). Con ello se hace referencia a las versiones virtuales del dólar, el euro, el yen o la libra -además del resto de unidades monetarias que operan en el mercado cambiario-.

Todas ellas se encuentran bajo el estricto control de los bancos centrales que, en los últimos años, aunque especialmente después de la pandemia, han intensificado de una forma generalizada, sus proyectos piloto para el lanzamiento de sus prototipos digitales.

«El sistema de pagos en dinero físico funciona correctamente, pero no podemos concederle unas garantías plenas porque soporta crecientes y cada vez más intensos riesgos por la transición hacia métodos de transferencias sin intermediación de billetes y monedas». Este es el nítido mensaje de advertencia pronunciado por el subgobernador del SNB, Martin Schlegel, en una reciente conferencia sobre el papel del franco suizo en la historia del siglo XX en Liechtenstein (país que, como Suiza, es otro de los reductos con ventajas financieras de Europa).

Estas declaraciones las hizo justo antes de precisar que «el descenso en el uso de billetes y monedas en circulación pone bajo presión económica a las infraestructuras de pagos». A su juicio, «presumiblemente, las personas piensan que con el dinero líquido tienen una menor capacidad de gasto y, en consecuencia, tienden a no utilizarlo».

Continúa Schlegel explicando cómo, a consecuencia de ello, habría «una reducción en el acceso y en el uso de los métodos de aceptación de transferencias en billetes y monedas, lo que podría ocasionar una espiral perniciosa, con restricciones permanentes en sus sistemas de pagos».

Xi Jinping ha arremetido contra la decisión de la Casa Blanca y sus aliados occidentales de vetar el empleo del sistema belga SWIFT de acreditación de transferencias internacionales a cualquier operación con sello financiero procedente del Kremlin.

Para el presidente chino, esta es «una decisión que revela la debilidad crónica» de EEUU, pero que encierra una preocupación por que la paralización de negocios de bancos y empresarios rusos se imponga en el futuro al régimen de Pekín, bien por conflictos como el de Taiwán o debido a la fragmentación de la globalización en dos bloques comerciales antagónicos.

El objetivo de China es aprovechar el tenso clima económico y estratégico actual para intensificar su proyecto de divisa digital y adelantarse al e-dollar y al e-euro para disputarles la hegemonía en los mercados exteriores. No obstante, no se esperan movimientos en la dualidad del sistema de pagos físico y digital en el país asiático en 2023, pero la declaración de intensiones es manifiesta, a tenor de la reacción de varias entidades financieras de primer orden como JP Morgan Chase.

Este poderoso banco de inversión estadounidense se acaba de unir en alianza con la firma estatal de Singapur Temasek para desarrollar una plataforma de pagos transnacionales al por mayor que facilitaría el intercambio de transacciones en e-CNY entre distintas jurisdicciones.

Mientras, los bancos centrales de China, Hong-Kong, Tailandia y de Emiratos Árabes Unidos (EAU) han sentado las bases para crear otro modelo similar llamado mBridge, igual que el denominado proyecto Klatyn del grupo tecnológico surcoreano Kakao para pagos minoristas. En septiembre de este año, varias ciudades chinas se sumaron a la iniciativa oficial del e-yuan que tendrá sus resultados preliminares a lo largo de 2023.

Europa y EEUU, en estado de alerta

En Europa, el BCE siempre ha mostrado un «fuerte respaldo» al euro digital. De hecho, Christine Lagarde hizo en su día gala de los avances decididos alcanzados desde que, en junio de 2021, se proclamara oficialmente el anuncio de su preparación ejecutiva, en línea con la «reivindicación social objetiva de adaptación a la era digital» y con las alteraciones en el «sistema híbrido» actual.

Este respaldo europeo al dinero digital también es tangible si atendemos a la aparición de fenómenos como el de los cripto-activos, que evolucionan «sin regulación ni supervisión». Sin embargo, el 16% de los americanos y el 10% de los europeos invirtieron en ellos en 2021, según resalta la máxima responsable de la política monetaria europea, que se muestra también preocupada por los intentos de algunas bigtechs de asumir sus propias criptodivisas.

El BCE ha mostrado siempre un perfil moderado, de calma, para alumbrar el acta de nacimiento del e-euro, con un argumento esencial: asegurar la privacidad de las transacciones, la principal de las preocupaciones de los ciudadanos de la zona del euro.

«Buscamos altos estándares de la privacidad para los usuarios de nuestra divisa digital», ha explicado Lagarde, quien añade que también se intenta que haya «plenas garantías para que el sistema de transacción en el que opere sea rápido y eficiente» y, así, añade, consolidar la «autonomía estratégica y económica de Europa». Según la Fed y el Banco de Inglaterra (BoE), también siguen estas líneas doctrinales el e-dólar y la e-libra.

Para el subgobernador del SNB, el asunto ha llegado a un punto de inflexión sobre la conveniencia o no de lanzar cuanto antes las divisas digitales. En Suiza, precisó, los datos de este banco revelan que el empleo de dinero líquido pasó de ser el método habitual del 70% de sus ciudadanos en 2017 al 43% en 2020.

Pero asegura que esta no es sólo una cuestión generacional. Es cierto, afirmó, que los jóvenes suizos lo han rebajado hasta el 30% -diez puntos por debajo del uso que hacen de sus tarjetas de débito-. Pero continúa explicando que esta actitud también se ha convertido una constante entre los mayores de 55 años, puesto que sólo algo más de la mitad se decantan por los pagos tradicionales.

Otro país europeo, Suecia, también a través de su banco central -el Riksbank-, apunta a la misma dirección. Desde 2010 a 2020 la proporción de suecos con billetes y monedas en sus bolsillos se ha derrumbado, bajando desde el 39% al 9%, y los últimos informes de la entidad emisora hablan de una presencia testimonial este año del dinero en circulación.

En este país, su uso se limita a pequeños pagos y a operaciones de personas de avanzada edad. En los cafés y tiendas suecas suelen proliferar más los carteles de Card only o Cash free que los de Cash only. Y todo ello en un mercado donde es muy popular la compra online y en el que, además, los pequeños comerciantes consiguen márgenes de beneficios con sus tiendas virtuales en su web. De hecho, hasta el 87% de los suecos hicieron adquisiciones telemáticas en 2021, el socio europeo con un porcentaje más elevado.

El Riksbank avanza en su proyecto piloto de e-corona (e-krona), que tenía la fecha de finales de 2026 para su lanzamiento oficial. No obstante, según admite la autoridad monetaria sueca en un reciente informe, este calendario podría verse acortado ante «la drástica caída de las operaciones con dinero físico», pese a que han culminado con éxito los primeros simulacros de pagos digitalizados.

China irrumpe con su e-yuan para combatir el dólar

El Banco Popular de China (PBoC, por sus siglas en inglés) no sólo ha marcado tendencia en los avances recientes hacia las CBDC, una idea que ya ha puesto en liza en varias ciudades del país y que viene tejiendo desde diciembre de 2019.

Sus proyectos piloto llegaron a crear 21 millones de carteras digitales con denominaciones en e-yuanes en más de 70 millones de transacciones monetarias antes de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, durante los cuales se pudo pagar también con e-CNY, el yuan electrónico.

Analistas como Yaya Fanusie, extrabajador de la CIA e investigador del Center for a New American Security, aseguran que China siempre ha pretendido ser el escaparate de la primera divisa digital de una gran economía, así como poner en entredicho la competencia de la Fed y del e-dólar y catapultar su riqueza individual, empresarial y nacional con plataformas «en tiempo real, con métodos técnicos y de intercambio de datos aceptados y eficaces desde hace varios años».

En declaraciones a Bloomberg, asegura que esto lo intentan hacer al permitir el acceso a pagos telemáticos con monederos de activos digitales. Para él, a día de hoy es posible afirmar que «China facilita las transferencias globales y EEUU todavía no».

Esta ansiedad de China hacia las divisas digitales, sin embargo, tiene una dimensión mundial. El propio PBoC admite que su intención inminente es sacar el e-CNY al escenario exterior, es decir, que permitiría realizar transacciones internacionales con su moneda electrónica.

«No se va a limitar al uso en China», resaltan desde el PBoC. Para The Economist, esto no parece un juego especulativo, ya que Pekín se ampara en el e-yuan y en la descentralización financiera de los sistemas digitales para recuperar la cuota perdida en el comercio global. Además, el proceso de sanciones occidentales hacia Rusia podría acelerar este proceso.

Xi Jinping ha arremetido contra la decisión de la Casa Blanca y sus aliados occidentales de vetar el empleo del sistema belga SWIFT de acreditación de transferencias internacionales a cualquier operación con sello financiero procedente del Kremlin.

Para el presidente chino, esta es «una decisión que revela la debilidad crónica» de EEUU, pero que encierra una preocupación por que la paralización de negocios de bancos y empresarios rusos se imponga en el futuro al régimen de Pekín, bien por conflictos como el de Taiwán o debido a la fragmentación de la globalización en dos bloques comerciales antagónicos.

El objetivo de China es aprovechar el tenso clima económico y estratégico actual para intensificar su proyecto de divisa digital y adelantarse al e-dollar y al e-euro para disputarles la hegemonía en los mercados exteriores. No obstante, no se esperan movimientos en la dualidad del sistema de pagos físico y digital en el país asiático en 2023, pero la declaración de intensiones es manifiesta, a tenor de la reacción de varias entidades financieras de primer orden como JP Morgan Chase.

Este poderoso banco de inversión estadounidense se acaba de unir en alianza con la firma estatal de Singapur Temasek para desarrollar una plataforma de pagos transnacionales al por mayor que facilitaría el intercambio de transacciones en e-CNY entre distintas jurisdicciones.

Mientras, los bancos centrales de China, Hong-Kong, Tailandia y de Emiratos Árabes Unidos (EAU) han sentado las bases para crear otro modelo similar llamado mBridge, igual que el denominado proyecto Klatyn del grupo tecnológico surcoreano Kakao para pagos minoristas. En septiembre de este año, varias ciudades chinas se sumaron a la iniciativa oficial del e-yuan que tendrá sus resultados preliminares a lo largo de 2023.

Europa y EEUU, en estado de alerta

En Europa, el BCE siempre ha mostrado un «fuerte respaldo» al euro digital. De hecho, Christine Lagarde hizo en su día gala de los avances decididos alcanzados desde que, en junio de 2021, se proclamara oficialmente el anuncio de su preparación ejecutiva, en línea con la «reivindicación social objetiva de adaptación a la era digital» y con las alteraciones en el «sistema híbrido» actual.

Este respaldo europeo al dinero digital también es tangible si atendemos a la aparición de fenómenos como el de los cripto-activos, que evolucionan «sin regulación ni supervisión». Sin embargo, el 16% de los americanos y el 10% de los europeos invirtieron en ellos en 2021, según resalta la máxima responsable de la política monetaria europea, que se muestra también preocupada por los intentos de algunas bigtechs de asumir sus propias criptodivisas.

El BCE ha mostrado siempre un perfil moderado, de calma, para alumbrar el acta de nacimiento del e-euro, con un argumento esencial: asegurar la privacidad de las transacciones, la principal de las preocupaciones de los ciudadanos de la zona del euro.

«Buscamos altos estándares de la privacidad para los usuarios de nuestra divisa digital», ha explicado Lagarde, quien añade que también se intenta que haya «plenas garantías para que el sistema de transacción en el que opere sea rápido y eficiente» y, así, añade, consolidar la «autonomía estratégica y económica de Europa». Según la Fed y el Banco de Inglaterra (BoE), también siguen estas líneas doctrinales el e-dólar y la e-libra.

Entre tanto, los bancos españoles ya han dado pasos significativos. Hasta 29 entidades con sede en el mercado hispano -incluidos Santander, BBVA, Sabadell ING o Deutsche Bank- se han unido a servicios de pagos de instituciones como Iberpay (la empresa estatal que gestiona Bizum) o Redsys.

Todas ellas ya han superado la fase de prueba y ponen la fecha de octubre de 2023 como el instante en el que estarían en disposición técnica de lanzar y utilizar el euro digital con la regulación específica del BCE para su CBDC, así como la del Eurosistema. De hecho, su idea es incluir los pagos minoristas en los test de las actuales infraestructuras de pago -también las bancarias- para que pueda emplearse en su modelo de transferencias instantáneas Bizum.

Esta petición llega sólo tres meses después de que el BCE autorizara a AmazonNexi y otras tres compañías a participar en un ejercicio del prototipo de pagos con e-euros, que forma parte del programa que la institución con sede en Fráncfort emprendió hace dos años y que espera completar en el primer trimestre de 2023.

En la actualidad, más de un centenar de países (entre los que están 19 de los socios del G-20) han comenzado a explorar sus CBDC, tal y como admite el Banco Internacional de Pagos (BIS, según sus siglas en inglés). Y lo hacen, según ha explicado el BoE, bajo la premisa de que «10 libras virtuales supongan un valor similar a 10 libras físicas».

Fuente: Público / Autor: Diego Herranz